Intervenir una casa con fuerte carga ornamental implica asumir un reto mayor: actualizarla sin perder su carácter, intervenir con precisión sin alterar su identidad.
En este proyecto, el objetivo fue introducir un lenguaje de limpieza y orden que dialogara con lo existente, estableciendo un equilibrio entre contraste, continuidad y presencia. La intervención abarcó materiales, cancelerías, carpinterías, mobiliario y sistemas, desde instalaciones hasta iluminación, con una lógica de actualización completa, cuidadosamente integrada al carácter de la casa.
La escalera, ya con una ubicación central y protagónica, fue rediseñada con una nueva solución formal que respetara su jerarquía sin romper con el entorno histórico. La secuencia de tubos de borosilicato y el pasamanos de latón establecen una correspondencia geométrica con las luminarias suspendidas PUNK y HEDRA, integrándose en el sistema mediante una lectura vertical compartida. En el estudio, revestido en negro y de baja reflectancia, se emplearon luminarias NIME para mantener una atmósfera introspectiva y controlada.
El carácter oscuro del espacio responde a la carpintería negra en muros y plafón, que absorbe la luz y define una experiencia contenida. El piso en roble natural con corte tipo fish bone, por su tono claro, genera un contraste visual preciso y cálido, conviviendo con muros en tableros laqueados con molduras y plafones con elementos florales en esquina y rosetón central.
La recámara principal conserva plafones ornamentales, reinterpretados con perfiles magnéticos empotrados, luminarias OONO en burós y ODRON sobre la cama, respetando el orden de iluminación sin perturbar el carácter del espacio. El piso, también en roble fish bone, prolonga la continuidad con el estudio. Muros de piedra basaltina con patrón fish bone refuerzan la unidad formal del proyecto.
Se utilizaron NIME para zonas de acento como la tina y perfiles magnéticos en los vanitys, cuidando escala y temperatura de color. El deck se resolvió como un volumen independiente de estructura metálica, con un claro libre de 14 metros sin apoyos, cancelaría plegable en herrería y un plafón reticulado de madera que aloja perfiles magnéticos empotrados con luminarias como las BOWIE, UHO.
Aunque presenta una arquitectura claramente distinta, no genera una visual disruptiva, ya que se comporta como un cuerpo autónomo, separado de la casa mediante un pasillo que aligera la transición arquitectónica. Se respetó un muro cubierto de enredadera existente, delimitando con vidrio templado insulado para conservar visuales y continuidad natural.
La intervención no pretende imponerse sobre lo existente, sino sostener un diálogo preciso. La iluminación no acompaña, ni delimita la estructura, acentúa y vincula cada luminaria que fue seleccionada por su forma, escala y control, en función del uso, el material y el espacio.